Juan 11:32-44
Reina-Valera 1995
32 María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verlo, se postró a sus pies, diciéndole:
—Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.
33 Jesús entonces, al verla llorando y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, 34 y preguntó:
—¿Dónde lo pusisteis?
Le dijeron:
—Señor, ven y ve.
35 Jesús lloró. 36 Dijeron entonces los judíos:
—¡Mirad cuánto lo amaba!
37 Y algunos de ellos dijeron:
—¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera?
Resurrección de Lázaro
38 Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva y tenía una piedra puesta encima. 39 Dijo Jesús:
—Quitad la piedra.
Marta, la hermana del que había muerto, le dijo:
—Señor, hiede ya, porque lleva cuatro días.
40 Jesús le dijo:
—¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?
41 Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo:
—Padre, gracias te doy por haberme oído. 42 Yo sé que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.
43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz:
—¡Lázaro, ven fuera!
44 Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo:
—Desatadlo y dejadlo ir.
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